El último martes 24 se ha celebrado en La Paz, Bolivia, el Día del Ekeko, con lo cual se ha dado inicio a la Feria de Alasitas, realizada cada año en la capital administrativa del país. Se trata de una de las más bellas tradiciones paceñas, que consiste en adquirir miniaturas de todo tipo de bienes y objetos, a fin de asegurar fortuna y prosperidad.
El ekeko, en efecto, es venerado desde hace siglos, siendo responsable de atraer la fortuna a un hogar, así como de salvarla de las desgracias. Según algunos estudiosos, es la representación de un duende; otros defienden que simboliza al hombre paceño, y hay los que aseguran que se trata de un dios indígena de la abundancia. De todos modos, la creencia es que se le debe dejar de ofrenda cigarrillos y alcohol, a fin de que cuide la casa y realice deseos.
Por lo general, el ekeko tiene la forma de una persona sonriente, rellena y de bigote, que carga varios billetes de dinero, alimentos y el infaltable cigarrillo en la boca, todo en miniatura. Además, es costumbre dejarle miniaturas de electrodomésticos, si se quiere lograr pronto la compra de ese tipo de producto; así como una casa o un automóvil, si es este el propósito. Por otro lado, la oferta de un gallo o una gallina significa el deseo de conseguir pareja.
La Feria de Alasitas dura tres semanas y actualmente es también realizada en diferentes épocas en otras ciudades de Bolivia y del mundo. En ella una gran cantidad de artesanos comercializa productos con los más diversos motivos, con miniaturas de prácticamente todo. Una de las más populares es la maletita con dólares o bolivianos, para asegurar dinero durante el año.
Así, al mediodía del 24 de enero, todos aquellos que han comprado las miniaturas de la feria llevan a cabo una ch’alla para los mismos, con el fin de que el deseo sea realizado. La ch’alla es un rito tradicional en la cultura andina que consiste rociar de alcohol y sahumerio al objeto, en medio de oraciones de acuerdo con las creencias del individuo.
Nadie sabe con exactitud cuándo y cómo surgieron las Alasitas. Lo cierto es que es una tradición nacida en La Paz, probablemente a fines del siglo XVIII, y que mezcla elementos de la cultura andina y de la religión católica. ‘Alasita’ quiere decir ‘cómprame’ en el idioma de los aimaras, pueblo que desde tiempos inmemoriales estaba acostumbrado a producir miniaturas fabricadas con diferentes materiales, y que hoy mantiene viva la popular feria, junto a gente de diversos credos, etnias y orígenes.
Fotos: ekekos, por Cleiton Campos; y Mercado de Alasitas, por César Catalán (ambas en Flickr)