En el extremo sur de Bolivia, ya casi en la frontera con Argentina, se encuentra Tarija, conocida también como la Ciudad de las Flores, debido a su belleza y ornamentación, que la hacen una de las ciudades más bonitas del país. La capital del departamento homónimo está asentada en un valle de casi 2.000 metros de altura, a orillas del río Guadalquivir y con clima templado, ideal para los viñedos y fábricas de singani típicos de la región.
Fundada en 1574, Tarija conserva todavía muchas casonas y jardines de tiempos coloniales, con barrios tradicionales y pintorescos, como San Roque, Las Panosas, El Molino y La Pampa. A su vez, el centro histórico recuerda el estilo arquitectónico vigente en el siglo XIX, con casas de dos plantas y grandes puertas talladas y balcones.
Todavía en el centro, se destacan la Biblioteca y Archivo Anexo del Convento Franciscano, por el repertorio histórico que alberga en su interior, y la Casa Dorada, actual Casa de la Cultura de Tarija, cuya fachada es insuperable por su imponencia y majestuosidad. En su parte superior y en el atrio, decenas de estatuillas de mujeres triunfantes completan el impactante frontis del edificio.
También las iglesias constituyen una parte atractiva de Tarija, por su belleza y antiguedad. Una de las más antiguas es la de San Francisco, fundada en 1606, que consta incluso de una pinacoteca de la época colonial. La de San Roque, centro de la festividad más importante del departamento, y la de San Juan, construida en el siglo XVII, son otros ejemplos, así como la Catedral Metropolitana, que dispone del Museo Catedralicio, con verdaderas joyas en oro y plata, de gran valor histórico.
Pero no solo impresionan los templos y edificios históricos en esta ciudad. Atraen sobre todo las calles angostas, rodeadas por antiguas casonas señoriales, que le confieren a Tarija ese aspecto de rincón colonial y, de cierta forma, anclado en el tiempo, aunque por otra parte ya se divisan edificios modernos que dan cuenta de la pujanza regional en los últimos años.
Como conclusión, es importante recordar que la gente en Tarija es considerada muy alegre, dicharachera y hospitalaria. Esa característica tan marcada del pueblo tarijeño ayuda a que la ciudad sea muy agradable para el turista, que encuentra un sinfín de plazas floreadas y arborizadas, además de la amplia avenida de Las Américas, que bordea el Guadalquivir, proporcionando placenteros paseos y lindos atardeceres.
Foto: Casa Dorada, por Michael Dunn (Flickr)