Las misiones jesuíticas guaraníes son un conjunto de pueblos misionales fundados por la Compañía de Jesús para evangelizar a los indígenas en los siglos XVII y XVIII. Hoy, las ruinas que han restado de esas reducciones atraen a muchos turistas deseosos de admirar su belleza y respirar la historia de aquellos tiempos, en estos sitios que son un auténtico tesoro de Paraguay.
Conocidas también como reducciones jesuíticas guaraníes, las treinta misiones fueron establecidas no solo en Paraguay, donde se encuentran ocho de ellas, sino también en Argentina y Brasil (quince y siete, respectivamente). Algunas de las misiones fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. En el caso de Paraguay, este honor le cupo a la misión jesuítica de Jesús de Tavarangué y a la misión jesuítica de Santísima Trinidad del Paraná.
Ubicada en el departamento de Itapúa, la misión jesuítica de Jesús de Tavarangué data de 1685 y sigue bien conservada, mostrando todo su esplendor arquitectónico. Además, se destacan los maravillosos paisajes que rodean esta reducción, incluyendo bosques, praderas, arroyos y balnearios naturales, lo que convierte el paseo en una experiencia increíble.
También en Itapúa, a tan solo 28 km al noreste de Encarnación, misión jesuítica de Santísima Trinidad del Paraná es la más extensa y mejor conservada de todas las reducciones. Fundada en 1706, está situada en lo alto de una colina y dispone de una plaza mayor, un cementerio y casas donde habitaban los indígenas, además de otras estructuras. Se destacan además la torre y las ruinas de la iglesia; es un sitio absolutamente sorprendente y espectacular.
Otras misiones que vale la pena conocer son: San Ignacio Guazú (1610), la primera en ser construida en Paraguay y emplazada donde hoy se encuentra la ciudad de San Ignacio de las Misiones, con un museo cuya colección es valiosa; Santos Cosme y Damián (1632), un antiguo observatorio astronómico sobre el embalse de la Represa de Yacyretá; Santiago (1651), que contiene el que es considerado el mejor centro histórico urbano-jesuítico y que es sede de una tradicional fiesta; y Santa Rosa de Lima (1698), localizada en la ciudad de Santa Rosa y que encanta con su campanario y la preciosa Capilla de Loreto, motivos más que suficientes para conocerla.
Foto: misión jesuítica de Jesús de Tavarangué, por Edgar Dionisi (Flickr)