Entre las muchas islas que pertenecen a ese fantástico país llamado Brasil, una se destaca por ser la más grande de tipo fluviomarítimo en todo el mundo. Se trata de la Isla de Marajó, un lindo rincón de la Amazonia lleno de bellas playas y paisajes, en un ambiente de mucha paz y tranquilidad, donde el tiempo parece pasar lentamente.
Con un área de más de 40.000 km², la isla se encuentra en la desembocadura del Río Amazonas, cerca de Belém, la capital del estado de Pará. Desde esa metrópoli salen los barcos y balsas con dirección a Soure, una suerte de capital de Marajó, ubicada en la región más poblada del lugar y también la de mayor infraestructura y mejores playas.
Hablando de playas, en Soure se encuentran tres de las más populares. Una es la Playa da Barra Velha, bastante exótica y con un paisaje diferente, al mismo tiempo en que cuenta con varios kioscos donde el turista puede comprar desde cerveza hasta pescados o cangrejos. También están la Playa del Pesqueiro, con aguas un poco más bravas, además de dunas y palmeras, y la Playa del Araruna, ideal para quienes buscan un lugar desierto.
Salvaterra es otra ciudad de la isla que cuenta con buenas playas. La más conocida es la de Joanes, que además de la belleza natural tiene un faro y preciosas ruinas jesuíticas del siglo XVII. Otra es Playa Grande, de buena infraestructura y que alberga el Igarapé del Lago Carapurú, un sitio perfecto para los niños, ya que sus aguas son poco profundas.
Es imposible hablar de Marajó y no mencionar los búfalos, un verdadero símbolo de este lugar de rica flora y fauna. En efecto, una experiencia imperdible aquí es realizar un paseo en el lomo de un búfalo; diferentes haciendas organizan los recorridos. Otro encanto de este destino turístico es la cerámica indígena, que puede ser apreciada en el Museo del Marajó: herencia del pueblo marajoara, que habitó la isla desde hace unos 3 mil años.
Foto: Playa de Joanes, por Daniele Gidsicki (Flickr)