Mundialmente famoso por el exuberante espectáculo proporcionado por las escuelas de samba, la alegría desbordante de la gente y el ritmo pegajoso de los músicos, el Carnaval de Río de Janeiro, en Brasil, es considerado por muchos la mayor fiesta de todo el planeta. En su realización, se involucran decenas de miles de personas, entre organizadores, personal de seguridad y logística y, por supuesto, los coreógrafos, instrumentistas y bailarines que año tras año encantan y sorprenden al público que copa las graderías y camarotes distribuidos a lo largo del ‘Sambódromo’.
Es verdad que en Río de Janeiro el Carnaval se vive en los salones y también en las calles, con la participación de muchas comparsas. Pero lo que ha dado fama mundial a la celebración carioca es el desfile de las escuelas de samba, realizado desde 1984 durante dos noches en el Sambódromo de la Marqués de Sapucaí, una pasarela con 700 metros de extensión y capacidad para 75.000 personas. Este año, el evento será llevado a cabo el 19 y 20 de febrero, de 21:00 a 05:15 (de domingo para lunes) y de 21:00 a 03:50 (de lunes para martes).
En total, son 13 escuelas las que componen el llamado Grupo Especial. Renacer de Jacarepaguá, Portela, Imperatriz Leopoldinense, Mocidade Independente, Porto da Pedra, Beija-Flor y Unidos de Vila Isabel desfilarán del domingo para el lunes, mientras que São Clemente, União da Ilha, Salgueiro, Mangueira, Unidos da Tijuca y Grande Río lo harán la noche siguiente. El próximo año, serán 12 participantes, ya que dos dejarán la división principal y una se sumará para dejar el número par.
Para los brasileños, y muy especialmente para los cariocas, tener una escuela de samba preferida es como hacer barra por un equipo de fútbol. Es algo que se vive con mucha pasión, de tal manera que agremiaciones como la Mangueira, la Portela y la Mocidade tienen hinchadas enormes, puesto que son algunas de las escuelas más tradicionales y populares de Río. Asimismo, los habitantes de los barrios aledaños a cada una de ellas suelen acompañarlas por representar a su comunidad, por lo general compuesta por gente humilde y que tiene en esta celebración una gran válvula de escape, esperada durante todo el año.
Tal como ocurre en el deporte, en el Carnaval también se compite por llegar al título. Una serie de jurados atribuye notas a las escuelas, tomando en cuenta las fantasías, los carros alegóricos, la canción y el tema, entre otros criterios. Asimismo, quien queda mal ubicado desciende al Grupo de Acceso, una suerte de segunda división. Las notas, y la consecuente clasificación de cada escuela, son dadas a conocer públicamente el martes por la tarde, en un evento que es acompañado con mucha expectativa por los integrantes, que siguen punto a punto la lectura de las calificaciones, en un emocionante desenlace.
Entre los elementos imprescindibles de cada escuela, que dispone de 75 minutos para llevar a cabo su desfile, están el carro abre-alas, que es el primero en salir a la pasarela; la comisión de frente; la vieja guardia, con los sambistas más antiguos; el ala de las bahianas, compuesta por mujeres vestidas con los trajes típicos de Bahia; el mestre-sala y la puerta-bandera, una pareja que se encarga de presentar el estandarte de la agremiación; y la batería, que es la orquesta que toca los instrumentos de percusión y tiene a su propia reina. Las ‘mulatas’ son además un verdadero símbolo de la celebración carioca.
El Carnaval de escuelas ya era llevado a cabo en Río desde los años 30, pero solo en la década de los 80 adquirió el formato actual. Lo que no ha cambiado es la música que predomina en su realización. La samba ha sido desde siempre el elemento central de la fiesta, que cada año se vuelve más espectacular, en un derroche de lujo, creatividad y belleza, que atrae turistas de todas las partes del mundo, los cuales se entregan por dos noches al electrizante e incesante ritmo de los panderos y tamborines.
Fotos: desfile de União da Ilha, por Adriano Ferreira Rodrigues; ala de las bahianas de Grande Río, por Yahoo! Brasil; mestre-sala y puerta-bandera de la Unidos da Tijuca, por Adriano Ferreira Rodrigues (todas en Flickr)